11/10/09

Aquel Buenos Aires del café y del tango: LA PALOMA



Dibujo: © Roberto Selles.
Queda terminante prohibida su reproducción, sin la autorizacion de su autor.

Cuando la esquina de Santa Fe y Juan B. Justo era la de Santa Fe y el arroyo Maldonado, en una de sus ochavas se levantaba el Café de La Paloma. Primeramente había sido pulpería- ignoramos con que nombre- y alrededor de 1900 se convirtió en el ya mítico café.



Había victrolera y un palco para las orquestas. Una de estas fue para el célebre Juan Maglio “Pacho”, que integraban además de su director en bandoneón, Juan “Pepino” Bonano, ( violín ), Carlos Macchi ( flauta ) y Luciano Ríos ( guitarra ). Es sugerente la circunstancia de que José Guardo dedicara precisamente a “Pacho” su tango “ La Paloma”.



El autor de “ Royal Pigall” comenzó a tocar allí en 1910, cuando el lugar era tan concurrido por el malevaje como por las ratas con lo cual él y sus músicos parecían una versión actualizada y aumentada del flautista de Hamelín. Cierto día – se cuenta – se negó a seguir tocando si no se combatía a los roedores… El propietario _ Domínguez, se llamaba – no demoró entonces, en exiliar a tan desagradables inquilinos, no era cosa de perderse la clientela que acudía atraída por el bandoneonista que estaba comenzando a cimentar su enorme fama.
Antes que Maglio, se sabe que actuaron en aquel “ palquito en alto que llegaba hasta el cielo” como lo definió José Portogalo en su poema “ Letra para Juan Tango”: los hermanos Domingo y Juan Santa Cruz. Bastante después en 1922, la orquesta era la de Paquita Bernardo, primera mujer que se atrevió a pulsar el fueye.


Casi al promediar el siglo XX, el café se trocó en pizzería, con el mismo nombre que luego cambió por el de Nápoles.


Finalmente su destino de boliche se quebró para trocarse en pinturería. En fín, todo es como decía Enrique Cadicamo en “ A pan y agua “- con música de Juan carlos Cobían – “ Café La Paloma/ por tu veredón en las noches brumosas / se pasean las sombras de Tito, Arolas y Bardi…/ Desde el pasado remoto, desde el recuerdo/ surgen las notas del pintorezco trío / de aquellos bohemios del tango”
Cada vez que Angelito vargas nos lo recuerda desde el disco, pensamos que sólo eso quedó: sombras de un tiempo bravo, de cuando Palermo lucía ese barbijo llamado Maldonado y a su costado, el café La Paloma.






© Roberto Selles

Investigador del tango


© Galaxia Porteña


Versión para Internet del artículo publicado en Revista Galaxia Porteña Año 1, nro 12, mayo de 2005