22/7/09

El ferrocarril como factor organizador


La historia nos remite a 1854, cuando se autoriza la construcción de una vía férrea hacia el oeste, a partir de allí las primeras locomotoras comenzarán a surcar nuestro suelo.

Para aquella época, la geografía de nuestro territorio, estaba salpicada por centros poblados con los organismo institucionales (iglesia, municipalidad ), lo demás era terreno despoblado en forma creciente a medida que nos internábamos en las pampas.

El modelo de producción argentino para aquella época era agro/ganadero, exportador de productos primarios. Es decir los recursos ingresaban como resultado de las ventas de las cosechas de trigo, algodón, etc. , al mercado internacional, especialmente el europeo, esta tarea suponía el traslado de grandes volúmenes de granos, ganado, cueros, desde su lugar de origen, el campo, hasta el puerto para su embarque a su destino de consumo.

Aquí, en este punto, aparece la gran protagonista de esta historia: la majestuosa “locomotora” con su ordenada formación de vagones. Que aún hoy, con el desarrollo tecnológico, no ha podido ser superado por ningún otro medio de transporte.



Si bien el ferrocarril nació argentino, la totalidad del tendido de vías, la construcción es estaciones y terminales, fueron encargadas a empresas de origen inglés, así como el personal jerárquico.

Una definió los recorridos, salidas y llegadas, las trazas de las vías coincidían con los puntos donde el terreno era más elevado, esto era para evitar zonas inundables, a veces seguían sinuosos recorridos.
Las distancias a recorrer eran extensas, lo que obligaba a generar estaciones intermedias. Estas distancias debían limitarse por dos causas.

a- La autonomía de la locomotora, pues esta debía aprovisionarse de Carbón y de agua, para su funcionamiento

b- Era por razones económicas, la existencia de una sola vía, tanto de ida como de vuelta.

La localización de las estaciones actuaba como dinamizador de otras actividades, pues para su funcionamiento necesitaba viviendas para el personal ferroviario (jefe de estación, señaleros) y galpones, silos. Esto generaba comercios, viviendas particulares, etc. Provocando un verdadero tejido urbano.

© Arquitecto Francisco A. Macchione
© Galaxia Porteña
Versión para Internet del artículo publicado en Revista Galaxia Porteña Año 1 nro 5, septiembre de 2004